Santiago Tomasi


Es obvio y lógico que las columnas semanales suelen estar absolutamente centradas en la actualidad y buscan encontrar una forma de condensar un fin de semana en 1000 palabras, y en general es lo que suelo buscar. Jamás podría escribir un Power-Ranking porque mi propia forma de ser me obliga a veces a salir de lo esperable para no volverme loco. Y aquellos que me conocen más, saben que hoy no voy a hablar de la jornada o de una división, o incluso del debate sobre el MVP, para eso tenemos mucho tiempo, muchos días y muchas plataformas, pero hay veces que toca dejarse llevar un poco por el romántico que uno lleva dentro. Hoy el tema es Case Keenum, hoy la conversación es sobre la victoria de los Texans, y hoy es día para estar contento, aunque las cosas no vayan bien.

Houston y Case

Para empezar, hay que entender que Case Keenum es mucho más importante de lo que creemos para la ciudad de Texas. Case empezó su carrera universitaria en Houston y allí fue una absoluta leyenda. Bajito, tras un primer año redshirt y una temporada rookie más o menos normalita, Case empezó a volar con dos años extraordinarios de más de 5000 yardas, más de 40 Touchdowns, ganaron su primera Bowl en casi treinta años y consiguieron upsets increíbles contra por ejemplo contra Oklahoma State. En 2010 todo el mundo esperaba que Keenum pudiese incluso competir por el Heisman, pero su rodilla estalló y con eso parecía que también sus sueños de NFL. Un QB bajo, de universidad pequeña y con una ofensiva tan universitaria… No parecía la mejor opción ir al Draft.

Y consiguió un año más de elegibilidad por lesiones. En 2011 se esperaba que brillase… Y vaya si lo hizo. 9 pases de Touchdown en un solo partido frente a Rice, récord de yardas de pase en la NCAA, récord de pases completados, y un final algo atípico, perdiendo la final de conferencia contra Southern Miss, un resultado decepcionante. Pero Case tenía una oportunidad más, una Bowl contra Penn State, un duelo importante entre equipos rankeados para definir el futuro de Case… 30-14 para Houston, MVP para Case y acababa la temporada con una salvajada de 48 Touchdowns y 5 Intercepciones, séptimo en el Heisman de ese año. Robert Griffin, Andrew Luck, Matt Barkley, él, Kellen Moore y Russell Wilson estuvieron en el top 10, solo él y Moore no fueron elegidos en el Draft.

Case empezaría en Houston igualmente su carrera, como Undrafted Free Agent y tras un año estando en el practice squad, en 2013, en mitad de un desastre de QBs (Matt Schaub y TJ Yates), acabó jugando 8 partidos, siendo el mejor QB de los tres que estuvieron en esa temporada, lo cual le sirvió para… Ser cortado, había que hacerle hueco a Ryan Mallett. Case rebotaría entre Rams y Texans, teniendo que jugar los dos últimos partidos de la temporada de Houston en 2014, ganando ambos y dejando al equipo a una victoria de los Browns de haber clasificado a los Playoffs. Como muchos sabréis, de ahí Case jugaría en Rams, llegaría a una final de conferencia y sería clave en el Minnesota Miracle con los Vikings y luego jugaría en Broncos y Redskins como QB1. Tras ello, su trabajo sería como QB2, tanto en Browns como en Bills y ahora de vuelta en Texans.

Case y sus dos facetas futbolísticas en el partido con Tennessee


Ahora, habiendo hablado de porque Keenum es importante en Houston, veamos el sinsentido que fue todo lo que ocurrió ayer. Partamos de la base principal, Stroud lesionado implicaba que jugase Mills, hasta que DeMeco Ryans optó por la alternativa loca, Keenum al campo, después de unas semanas de dificultades ofensivas en el ese lado del papel. Y Case Keenum dio lo que Case ofrece. Caos. Empecemos por la parte negativa, una primera parte errática, con malos pases y la sensación de que el equipo estaba totalmente abotargado. 0-13, con Pick Six incluido y 5 minutos para el descanso, las cosas pintan mal. Y pintan aún peor cuando Keenum tiene un fumble, que milagrosamente no recupera Titans, y lo único que parece funcionar es la carrera, quedándose a 5 yardas de la Endzone pero solo consiguiendo un Field Goal, las cosas pintaban mal para unos Texans que veían como el Playoff se escapaba.

Los Titans cometían errores, los Texans se acercaban en el marcador, pero a 7:28 y con 7 puntos de desventaja, no parecía que Houston tuviese algo en el tanque. Y aquí es donde se ve al otro Case. Pase incompleto, 19 yardas de pase y primer down, carrera, 8 yardas de pase y primer down, 11 yardas de pase y primer down, Pass Interference, 20 yardas y primer down, carrera, 15 yardas de pase y primer down, carrera de Keenum y una yarda, carrera, 3 y gol: pase para TD, los Texans empatan. Posiblemente el único drive positivo del partido y llega a 3 minutos de acabar el encuentro. Magia, pero, aun así, el último drive es malo por parte de ambos equipos y el primero de la prórroga es absolutamente desastroso, con dos Sacks y una carrera para perdída que directamente dejaba a Titans en una posición ideal para ganar el partido. No lo aprovecharon, y llegó el momento.

No soy una persona que crea en el Clutch como ley, o que considere que eso se puede medir, pero reconozco que si en algún momento de mi existencia, mi futuro depende de que un QB anote un TD con menos de 5 minutos… Elegiría a Keenum. Sí, lo sé, el ser humano es irracional y yo en particular soy idiota, pero no vamos a sorprendernos a estas alturas de la vida de ello. Primer down, le llega la presión por todos lados a Keenum, el cual recordemos que ya se ha comido dos Sacks en el drive anterior y está en su 20… Escapa no sé muy bien como de la presión, balón para Singletary, desastrosa cobertura de Tennessee y 41 yardas de ganancia. Carreras (un TD anulado por holding ofensivo) y con un solo segundo… FG de 54 yardas para que los Texans ganen y se aferren a los Playoffs.

Me voy a poner analítico por dos líneas. No, Case Keenum no gana el partido, Case Keenum no es siquiera responsable de una mejora ofensiva del equipo y la victoria es totalmente mérito de un sistema defensivo de DeMeco Ryans que es precioso, de la inutilidad de Tennessee y de un Singletary que completó su mejor partido desde que está en la NFL. Pero maldita sea, que feliz me hace ver a Case Keenum volver a levantar los brazos, sonreír y hacer que la ciudad en la que creció como jugador, la única que le ofreció una beca de FBS, siga viendo como su confianza en él es respondida y con creces. A veces se nos olvida, pero que bonito es ver en la vida, en el deporte y en general que a aquellos que queremos, les va bien, aunque ya no sea en nuestro equipo, aunque los caminos se hayan separado. Pero si el camino que has recorrido junto a ellos fue positivo, te hizo crecer, te hizo creer… Siempre va a haber un hueco en el corazón para esa persona, y sé que como aficionado a la NFL Case Keenum va a ocupar en mi hasta que deje de gustarme este deporte.

No risk, no chance, the Takuma Sato/Case Keenum way


Y algo que tienen en común mis deportistas favoritos es que no son los mejores, ni lo van a ser nunca. Es más, en los dos casos mencionados en el inicio de este párrafo, Takuma Sato y Case Keenum, estamos ante dos personas absolutamente irregulares, capaces de lo mejor y de lo peor y cuya mejor cualidad es una mentalidad sorprendentemente fuerte para los cambios, los desastres y asumir que nunca van a estar como el mejor a lo largo de una temporada. Pero siempre arriesgan, siempre tienen esa decisión de que quizás mañana ya no estén en la competición y hoy están para pasárselo bien. Y vaya si lo han pasado bien.

Takuma sigue siendo uno de los tres únicos pilotos japoneses en un pódium de F1 y ya está en los anales de la historia como un dos veces campeón de las 500 millas de Indianapolis: jamás ha sido top 5 en el campeonato completo de Indy. Case es un Undrafted que ha llegado a los 12 años de carrera en NFL y será siempre asociado al Minneapolis Miracle, y por tanto parte de una ciudad donde solo estuvo 8 meses, una ciudad que además estaba absolutamente (y sigue estando) necesitada de historias de leyenda, de historias de optimismo que destierren de una vez por todas la sensación de que todo lo que podría haber salido mal, lo hizo. Desde Kevin Garnett y los Timberwolves, a la rodilla de Teddy Bridgewater (ya, Teddy no es lo que era Garnett en la NBA, pero era la esperanza de la era Zimmer y era un QB ilusionante), al dichoso Gary Anderson, al maldito Blair Walsh y a una larga lista de uys y casis.

Y este quizás sería un buen cierre, el de que son héroes a pesar de no ser los mejores y sus nombres estarán en la historia, pero creo que es más interesante hacer un pequeño viaje en la memoria de quienes hayáis llegado hasta aquí. Recordad vuestra infancia, vuestra adolescencia e incluso vuestra adultez, tenemos un amor totalmente irracional, posiblemente absurdo y que no tiene sentido si lo ponemos en la balanza de “lo lógico” y “lo correcto”, pero eso nos define mucho más que todas las cosas que el planeta consideran lógicas y correctas. Por eso, siempre me encontraréis hablando de Keenum, de Sato, de Kimi o de Maniche, porque si algo te apasiona de verdad, es mil veces más divertido que hablar de aquello que todos sabemos y todos entendemos como bueno. Pongan un Keenum en su vida, seguramente no la mejore, pero sí que será más divertida su existencia. O como dirían en El Secreto de sus Ojos: “El tipo puede cambiar de todo, pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín, no puede cambiar de pasión” (y la pasión también son personas, historias, equipos y cosas que nos atrapan y nos cambian sin que nos demos cuenta).

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Por Santiago Tomasi


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