
Brett Favre and Steve Mariucci do a SiriusXM radio show together Friday in Canton, Ohio. Getty Images

Antón Gallo
El verano de 1994 fue un verano que empezó de la manera más rabiosa posible. Fue un verano en el cual hubo alguna que otra afrenta pretérita que, afortunadamente a día de hoy, están más que solventadas. Aunque bien es cierto que a veces acuden al recuerdo y hacen que la sangre hierva un poco, la verdad sea dicha. Recuerdo observar el mundial de fútbol celebrado en Estados Unidos y diversos fotogramas acuden a mi mente. El gol de Goikoetxea ante Alemania, el fallo de Julio Salinas ante Gianluca Pagliuca… o el codazo de Mauro Tassotti.
Sándor Puhl, árbitro de aquel encuentro, no vio cómo esta acción se convertía en una ignominia hacia un país que le iba a poner en el disparadero y que le recordaría la acción que dejó sin sancionar durante el resto de sus días, aunque está claro, que cada vez se recordaría menos, como todo en esta vida.
Speed se estrenó ese verano, y veíamos como en la gran pantalla saltaban chispas en el mejor de los sentidos entre Sandra Bullock y Keanu Reeves. Años después entenderíamos el porqué. Ambos estaban enganchados el uno del otro. Pero nosotros ya estábamos enganchados a la adrenalina de la trepidante película.
Poco mas que trepidante fue el verano de 1994 en la franquicia de Wisconsin. La renovación del contrato de Brett Favre había llegado al culmen. El quince de julio, Aaron Glenn firmaba su contrato rookie con los New York Jets. Al día siguiente el mundo se pararía nuevamente por la final de consolación entre Bulgaria y Suecia, que se disputaría en el mítico Rose Bowl. Bien es cierto que, para nosotros, en edad de hormonas revolucionadas y vaciles incontestables por ausencia del contrario, esa final llamaba la atención por ver la diferencia entre Henrik Larsson y Iordan Letchkov.
Pero lo que nos importa y concierne es el día quince. Ese día se anunciaba que, por fin, Brett Favre había renovado con los Green Bay Packers. Y si bien se pudiera pensar que el culebrón había llegado a su fin, nada más lejos de la realidad… pero ya llegaremos.
En los tiempos donde el salary cap de la NFL estaba en 34.6 millones de dólares, Favre se aseguró un contrato progresivo de cinco temporadas, con un valor total de 19 millones. Si bien al firmar recibiría 2.5 millones, el dinero que recibiría cada temporada sería el siguiente: 1.6, 2.9, 3.6, 3.9 y 4 millones en su quinta y última temporada de contrato, amén de recibir también ciertos bonus.
“What matters is that we’re happy with the deal and the Packers are happy with the deal”. Estas eran las palabras que Irvin Favre, el padre de Brett decía es gran día. Todas las partes estaban contentas o al menos eso parecía. Era el propio Brett quien decía estar emocionado, “This is where I want to be”. Los Packers invertían en futuro, invertían en Favre y sí, invertían en felicidad.
Pero bien sabemos que la felicidad no es eterna y al final este estado tan maravilloso se derrumbó como un castillo de naipes ante la más débil brisa. Porque rápidamente, empezaron a salir informaciones peligrosas al respecto de Favre. Había rumores que decían que se había vuelto un adicto.
Seamos claros. Todos sabemos cómo funcionan los rumores en los pueblos. Y Green Bay precisamente, era y aun en la actualidad es un pueblo por así decirlo. ¿La relación con el alcohol? Bueno… Era sabido y conocido por bastante gente el gusto de Brett por la bebida fermentada que produce una buena cantidad de espuma. Y se sabía que Brett podía trasegar latas, pintas o lo que se le pusiera por delante de manera ingente.
Había sido el San Jose Mercury News quien había expuesto el problema de la bebida de Brett aparte de un supuesto uso de cocaína. Según parece, sin contrastar datos. ¿Fuentes? Parece ser que no había. Estaba claro que la bebida se estaba convirtiendo en un problema, pero… ¿consumidor de cocaína?… no, eso no era propio de Favre. Lo que si era propio era el consumo de calmantes, el cual empezó por casualidad y por aquellas fechas era un amor de verano ausente en ese periodo de tiempo por así decirlo…pero empecemos por el principio.
Si bien tomó alguna vez pastillas cuando jugaba, solo fue cuando tuvo la necesidad por dos operaciones mientras estaba en college, en Southern Mississippi. La primera vez fue por una operación en el codo derecho y la segunda por quitarle un buen trozo de intestino. Ahí fue su primer contacto, pero como él dijo, aquel consumo ocasional nunca fue a mayores puesto que solo tomaba el dichoso calmante cuando era necesario, cuando el dolor apretaba.
Una vez llegado a Atlanta, el alcohol fue la constante. Si bien la relación con Jerry Glanville había empezado de malas maneras gracias a su agente, Bus Cook, Brett tampoco es que pusiera de su parte para que fuera a mejor. Y a partir de aquí podemos divagar en los fallos que tuvo Favre en su año rookie, porque aciertos, más bien escasos fueron, aunque alguno habría, seguro. Imaginad cómo debía ser el percal en aquel año en Falcons, para que llegado el momento, a finales de agosto se anunciase un trade. Los Falcons enviaban una cuarta ronda a Los Angeles Chargers a cambio de Billy Joe Tolliver, alguien a quien la prensa angelina había apodado Billy Joe Terrible. Favre seguiría siendo el backup del titular… o al menos eso se suponía.
Porque para Jerry Glanville, no merecía la penar tener a Favre en la plantilla. Y eso que la noche del draft cuando habló con él parecía emocionado. Pero no. Llegó un punto en el que Jerry Glanville dijo que para que jugase Favre “We gotta have two plane wrecks and four quarterbacks go down”. Llegar a los entrenamientos oliendo a alcohol, parecía que se dormía en alguna sesión técnica, estar fuera de forma… e incluso llegar tarde al día de la foto del equipo, fueron causas más que sobradas para que al final no contasen con él. ¿La excusa? Que se había quedado atrapado detrás de una accidente de coche.“You are a car wreck”. Estas fueron palabras de Jerry Glanville cuando Favre le contó la razón por la que llegó tarde el día de la foto. Aparte de la correspondiente reprimenda, la multa fue de 1.500 dólares.
Como os podéis imaginar, obviamente estamos dejando de lado muchos detalles, así que lo mejor es continuar con esta historia. Porque afortunadamente para Brett, una tabla de salvación iba a llegar en forma de trade gracias al nuevo gerente de los Packers, Ron Wolf. Tras establecerse como titular en los Packers, fue a los pocos partidos cuando sus adicciones adquirieron un nuevo nivel. Hemos visto como en college tuvo por necesidad de las circunstancias ya un contacto. No diremos que fue intenso, sino que fue breve y necesario como ya sabéis.
Estamos situados en 1992. Estamos en el 15 de noviembre, week 11 de la NFL. Los Packers aun celebraran partidos en el vetusto Milwaukee County Stadium y los Philadelphia Eagles rendían visita. El equipo de Rich Kotite se presentaba con un balance positivo de seis victorias y tres derrotas. Los Packers no habían tenido el mejor de los comienzos y solo tres victorias habían conseguido en nueve partidos. Favre encaraba su séptima titularidad en la liga con la misma ilusión. Él solo quería jugar.
El primer cuarto llamaba a las puertas de su finalización. Los Eagles habían anotado un field goal por medio de Roger Ruzek. Cuando iba a desaparecer el número dos en el reloj del luminoso, Corey Harris intenta retornar el kick off de los Eagles dejando el balón en la 32 del campo quesero. Las huestes ofensivas saltaban al terreno de juego. Formación en I. Se inicia la jugada y Favre logra sacar un pase hacia la derecha a Harry Sidney, pero inmediatamente es placado a la vez por Andy Harmon y Reggie White. Cae sobre su hombro izquierdo y el dolor se expande rápido por todo el brazo. Su hombro se ha salido
Brett se levanta como puede. Su brazo está colgando, y Holmgren, percatándose de la situación llama a Don “Majik Man” Majkowski. Va a sustituir a Brett. Quiere sustituir a Brett. Éste, ajeno o renegando de la situación sigue en el campo dirigiendo la ofensiva. Los comentaristas decían que Favre estaba jugando herido por su hombro, que se podía observar. Justo en ese momento una gran carrera de Vince Workman puso a los Packers en una posición favorable.
Holmgren no quitó en ningún momento a Brett. Es más, al comienzo del segundo cuarto, la primera jugada fue de pase. Se ganaron unas cuantas yardas, pero no las suficientes para el primer down. Aún así, Favre se echaba la mano al hombro dañado. Y con todo, la siguiente jugada fue otro pase. Esta vez fue suficiente y Sterling Sharpe anotó el touchdown que puso en ventaja a los Packers.
Brett volvía al banquillo dolorido, sabiendo que, para él, había hecho lo que debía. Holmgren se había preocupado y había decidido mantener a Favre en el campo porque Favre quiso, porque Favre, en sus propias palabras, iba a estar bien. Y siguió jugando. En algún momento, al poco de recibir el placaje y de salirse el hombro, manejó la situación de tal manera que llegó a colocárselo.
Al descanso, lograron ponerlo todo acorde como debía estar y le pusieron una inyección. ¿El contenido? Xilocaína o más comúnmente llamada Lidocaína o algún anestésico local semejante (dicen que pudo ser novocaína).. El hombro se le entumeció lo suficiente para seguir jugando, aunque el propio Favre afirmó que le seguía doliendo cada vez que lanzaba, porque siguió lanzando ese partido… ¡Y de qué manera!
El partido acabo con victoria quesera por 27 a 24, siendo este un punto de inflexión para la temporada quesera. Brett Favre para nada hizo un buen partido. Si bien dos lanzamientos acabaron interceptados, hizo un 23 de 33 para 275 yardas y 2 touchdowns, que para las condiciones en las que estaba, no estuvo nada mal. Y más, teniendo en cuenta el demoledor rush que poseían los Eagles con Clyde Symmons y Reggie White a la cabeza. Eso sí, hay que reconocer el mérito de una línea que se puso las pilas. Sabían que no podían pasar, que no debían volver a tocar a Brett y se aplicaron con ello.
Pero no fue solo un punto de inflexión para la temporada sino que también sembró para lo que vendría en el futuro. Ese partido demostró a Reggie White de qué pasta estaba hecho Brett Favre. Ese partido demostró que ese Quarterback podía ser un líder en el vestuario. Ron Wolf, al acabar el partido comentó a la prensa sobre Favre: “Your quarterback has to be your leader. In time, this locker room will be his locker room, and in time, this team will be his team”. Steve Mariucci también tuvo palabras para él, “Believe me, he’s one tough son-of-a-gun”. Las loas no acababan ese día, pero las loas no alivian el dolor.
A pesar de tener el hombro encajado nuevamente. el anestésico había desaparecido y el dolor había vuelto. Quería algo para ese dolor tan intenso que estaba sufriendo nuevamente. Y pidió algo. No hubo preguntas. Clarence Novotny, el médico del equipo por aquel entonces le prescribió vicodina.
Eran otros tiempos, y los opioides eran casi como lacasitos en aquellos años. Hubo un tiempo donde no había limites con según que productos o medicamentos. Lortab, Percodan, Percocet, Vicodina… y la lista podría continuar con muchos más nombres. Era increíble lo que se llegó a prescribir a los jugadores en aquellos años.
Brett probó aquel día un bocado de opioide. Y no sería la última vez en su primera temporada. Decíamos que el partido ante Eagles había supuesto un punto de inflexión. Fue en ese partido en el que se empezó una racha ganadora. Tras cuatro victorias, tocaba rendir visita a Houston Oilers. En ese partido, la racha continuó y se selló la quinta victoria con un 16 a 14 favorable a los Packers.
Ese día Brett se volvió a lesionar. Esta vez en su tobillo izquierdo. Se le vendó lo mejor posible, pero no abandonó. Siguió jugando y eso, le pasó factura al final, puesto que acabo con el tobillo muy hinchado. Esto le llevo nuevamente a ver al doctor Novotny, quien tras ver el aspecto del tobillo y tratarlo, le puso una inyección a Brett. Demerol. En palabras del propio Brett, el viaje de vuelta de Houston a Green Bay fue “Hog Heaven”, algo maravilloso y que se pasó en un suspiro.
El coqueteo estaba ahí, si bien confesaba Favre que en aquellos años no estaba enganchado. Al año siguiente no estaba enganchado, pero tenía sus momentos como cuenta en el libro “Favre”, escrito junto a Chris Havel, redactor de cabecera del Green Bay Press-Gazette. Contaba que después de ganar en Milwaukee en la Week 1 a los Rams, salieron por la ciudad. Al día siguiente, a la vuelta, la vicodina fue el mejor remedio para la resaca.
Las pastillas seguían presentes pero solo durante la temporada. En offseason desconectaba por completo. No eran un problema aun per se. Pero ese coqueteo se convertiría en un Romance muy peligroso (película de 1998 protagonizada por George Clooney y Jennifer López), donde Brett Favre sería Jack Foley y la vicodina sería Karen Sisco.
Había llegado el verano de 1994 y como habíamos dicho anteriormente, fue un verano que empezó de manera rabiosa. Y terminó de manera colérica. Ya hemos visto que informaciones sobre Brett aparecían en medios de tirada nacional. Sabidas eran ya las juergas que Mark “Chewy” Chmura, Frank “Baggadonuts” Winters y Brett se corrían en Madison y las historias que se contaban. Pero no era lo único, porque poco antes de empezar la temporada, antes del opening ante Minnesota, jugador se plantó.
Sterling Sharpe, viendo que Brett había conseguido una muy buena renovación y viendo que sus negociaciones estaban estancadas, decidió dar un paso adelante. Habló con Mike Holmgren y le dijo que no iba a jugar ante Minnesota, que se iba a casa.
Esta noticia corrió como la pólvora. ¡Menudo final de verano! El caso es que se le daba la razón, pero el momento no era el indicado. El propio Brett opinaba que “My opinion was if you sign a contract, you honor it.”, pero esta vez, Sterling con un contrato de 1991 y un rendimiento increíble, quería lo que le correspondía.
Al final lo consiguió. Acabó siendo pagado como el mejor receptor de la liga, un dólar por encima del receptor que más cobraba en aquellos momentos, como era el caso de Jerry Rice. conseguiría una mejora sustancial para 1994 y en 1995 entraría el contrato del receptor mejor pagado de la liga, aunque al final, no se llegó a consumar. Aunque eso, es algo que ha quedado para los anales de la memoria….
1994 fue un verano que empezó rabioso, acabo colérico y dio entrada a un otoño de turbulencias en el puesto de quarterback en el seno de la franquicia de los Green Bay Packers… pero eso, también, es otra historia.
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Por Antón Gallo
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