Antón Gallo
The Icon, también llamado como Sting, es un luchador considerado a día de hoy de los mejores de la historia. Pero antes, y concretamente en los años ochenta, intentó hacer sus pinitos como actor. Al final, quedó en la criba para un papel en una película protagonizada por Robert Carradine y Anthony Edwards (“Goose” en Top Gun). El papel, no fue para él, y afortunadamente, porque sino, el mundo del Wrestling quizás se hubiera perdido a “The Man They Call Sting”, “The Vigilante” o como ya dijimos anteriormente, “The Icon”; una de las mayores estrellas del Wrestling. El papel de odiador de novatos y abusón con una inteligencia limitada fue a parar a manos de Donald Gibb, al cual se le vería en “Contacto Sangriento”, la cual creo que casi toda la generación de los ochenta ha visto (y de los setenta también). Realmente, se demostró que el papel de Frederick Aloysius «Ogre» Palowaski, le venía como anillo al dedo a Gibb. Por cierto, Donald Gibb jugó en la universidad de San Diego (misma alma mater que Robert Kardashian y Jim Parsons, por ejemplo), en los Toreros y luego acabaría jugando en los San Diego Chargers. Esta película que decíamos es “La Revancha de los novatos” (Revenge of the Nerds), la cual se convertiría en una saga que fue de más a menos. A fin de cuentas, los tiempos cambian y el mundo, con él.
El equipo más joven desde que se tiene constancia ha entrado en playoff y si, ese equipo ha sido los Green Bay Packers. Con una ofensiva plagada de jugadores con escasa o poca experiencia junto con otros con algo más y una defensa más rodada, este equipo ha sido capaz de funcionar a partir de mitad de temporada. No en vano, llegado el ecuador de la competición, iban 3-6 y encadenaron en ocho partidos seis victorias, dejando el marcador final en 9-8 y asegurando algo que la mayoría de seguidores de la NFL dudaban que los Packers conseguirían. Y sobre todo, del desempeño de sus jugadores y más aún… de sus novatos. Porque si algo ha marcado el año de Green Bay ha sido la clase del draft de 2023… y Jordan Love.
Salvo Lew Nichols, que fue cortado y Grant DuBose, que ha estado en el practice squad la mayor parte del año, los demás, han jugado. Y si bien el desempeño de Sean Clifford ha sido prácticamente testimonial, los demás jugadores han disputado 11 partidos, como por ejemplo Luke Musgrave, o más de diez. Si bien viene a la mente otro título de película como es “Grandes esperanzas” para definir esta camada, se sabe que ha de confirmarse estas esperanzas, pero por el momento disfrutamos de lo conseguido y disfrutamos de su desempeño. Dieron un paso adelante cuando había que darlo, como Van Ness o Valentine. Colby Wooden, Anthony Johnson y Karl Brooks han dado snaps de calidad y sobre todo han dejado su sello. Mención especial merece el chico de Bowling Green, Karl Brooks, el cual ha demostrado que si sigue así, tiene mucho recorrido en esta liga.
Anders Carlson merece mención aparte. Si bien sus extra points no han sido lanzamientos muy finos, los field goals han entrado dentro de los parámetros normales alcanzando un 81% esta temporada… ¿Tomará la franquicia una decisión al respecto del kicker? Particularmente creo que seguirá, puesto que su punto flaco puede mejorarse y resultaría más caro deshacerse de él y conseguir otro kicker (alguno ya sueña con ver a Mason Crosby de nuevo en verde y oro y no soy yo)
Por otra parte, en el lado ofensivo tenemos a Jayden Reed y Dontayvion Wicks. Reconozco que no eran de mi predilección pero su desempeño ha hecho que me haya comido alegremente mis palabras. No hay nada más alegre que rectificar en estos casos. Wicks encontró su sitio, se acomodó en él perfectamente y ha ido creciendo conforme la temporada ha avanzado, aprovechándose de los partidos en los que Christian Watson ha estado ausente. Pero también lo ha hecho Jayden Reed, el cual se ha convertido en un arma múltiple para la ofensiva quesera. Y aunque no sea un novato como tal, hay que destacar el papel de Bo Melton. Crucial en los últimos partidos, el caballero escarlata de Rutgers ha aparecido para aportar su grano de arena y entrar en los playoffs. La confianza que ha repartido Jordan Love, amén del juego, en su cuerpo de receptores, ha sido tremenda.
A esto hay que sumar el desempeño de un cuerpo de tight ends donde salvo Josiah Deguara, los demás eran novatos y donde han lucido de gran manera, sobre todo el oriundo de Timber Lake, Tucker Kraft, que adquirió galones ante la baja forzosa de Luke Musgrave y que también rayaba a gran nivel hasta su lesión. Ben Sims, undrafted y llegado desde la PS de Vikings, haciendo el trabajo sucio que iba a hacer Tyler Davis ha cumplido con creces.
Y si hemos hablado de Bo Melton, deberíamos hablar de Rasheed Walker, el cual alternaba su puesto con Yosh Nijman y al cual le fue ganando la partida. También de Sean Rhyan, al cual parece que se le ha recuperado para la causa ganándose el derecho a jugar más snaps cada vez y por supuesto de Zach Tom. El desempeño del originario de Baton Rouge (misma ciudad que el gran Jim Taylor) fue encomiable en los momentos donde la OL parecía flaquear y ha sido una auténtica roca en el RT. Siento si soy demasiado partidista con él, pero ya se conoce mi debilidad por los Demon Deacons y por Zach Tom en concreto.
No nos olvidamos de Kingsley Enagbare, Devonte Wyatt o Quay Walker, cuyo ejercicio en distintos puntos de los últimos partidos ha sido crucial.
Novatos y no tan novatos. Jovenzanos todos. Al final han cumplido con un cometido que muchos dudaban. Han conseguido un objetivo que parecía imposible a principio de temporada. Y para acabar el artículo, debo reclamar las palabras del gran Wayne Larrivee:
– “En lo que muchos llamaban un año de reconstrucción en Green Bay, después de todo esto, altos y bajos en la temporada, era todo acerca del futuro, ¿verdad? Bueno, para estos Packers, en este día en Green Bay, ¡el futuro es ahora!”
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Por Antón Gallo
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