Santiago Tomasi


Vaya temporada nos han dado los Atlanta Falcons y reconozco que no ha sido por inesperada. Una de las franquicias con mayor talento joven en las skill position de ataque optó por no ir a por Lamar Jackson este verano con el argumento de que la posición de QB la tenían perfectamente cubierta con un QB joven y de garantías. Era Desmond Ridder. Por lo que sea no ha sido una decisión que la gente haya tomado como la correcta. Incomprensible, como la de Dolphins y el hombro de Drew Brees más o menos.

Pero aún con ello, el equipo tenía armas para absolutamente todas las partes del campo, con jugadores eléctricos como Bijan Robinson, Drake London, Kyle Pitts o Tyler Allgeier. Ninguno ha llegado a las 1000 yardas corriendo o recibiendo y solo si sumamos todas las de Bijan conseguimos que alguien alcance esas cifras. Ver a este equipo es lo más cercano que podemos estar de ver un vídeo de los mejores momentos de una oficina de Hacienda un 15 de agosto en Sevilla. Si pasaba algo, había que celebrarlo porque el resto era absolutamente soporífero o absurdo.

Con este bagaje, los Falcons han optado por dar carpetazo a la experiencia Arthur Smith, la cual ha sido de las más desquiciantes de esta temporada. Sí, han habido muchos equipos peores que los Falcons, y aún más aburridos ofensivamente, pero en todos había una excusa. Falta talento, falta línea o el entrenador es alguien que jamás se ha interesado en el ataque, aquí no. Aquí Arthur Smith ha creado el plan final del aburrimiento y la desesperanza, ahora falta por ver si el nuevo arquitecto de Atlanta nos trae más alegría… O que esta columna siga quejándose de forma semanal sobre la falta de utilización de Bijan Robinson. Den balones al 7.

Detroit Lions y la historia


La vida siempre es muy perra y suele devolvernos a nuestros peores momentos en los días que sentimos que podemos conquistar el mundo. Para Detroit, esto no es exactamente así, pero para Playoffs les trae al hombre que debería haberles dirigido aquí. Matthew Stafford va a volver a Detroit y va a hacerlo con el primer partido en 3 décadas que van a jugar los de Michigan en casa, con el objetivo de ganar, también por primera vez en décadas en postemporada. Para Goff también es un partido de venganza, pero diferente y luego lo veremos.

Stafford y Lions son esa pareja que personalmente siempre piensas que debería haber funcionado mejor de lo que lo hizo. Se compenetraban bien, eran buenos y sobre todo se sentía la pasión, pero muchas veces la pasión es insuficiente y la vida nos pasa por encima. Una serie de erráticas decisiones de Lions llevaron a Stafford a una situación insostenible, de la cual tuvo que marcharse en busca de un futuro mejor y conseguir el anillo que siempre soñó. Y la realidad es que lo consiguió, ahora es todo un campeón de la SuperBowl.

Y justo tiene que volver el día de mayor importancia en Detroit desde el último título de los Pistons. Y justo tiene que estar el día en el que los Lions intentan abrir una página gloriosa en una historia que es muy fría y lúgubre. Evidentemente, no hay malicia entre ambas partes y creo que caiga quien caiga, apoyarán al otro para cumplir con sus sueños, pero es complicado de entender a niveles racionales. Personalmente, se me hace sentimentalmente muy raro que tengamos que ver este enfrentamiento ahora y sobre todo con las implicaciones históricas para Detroit, pero ya sabemos que así es la vida y que la NFL tiende siempre a la locura en Playoff.

Los Steelers sobreviven


Y aún no sabemos muy bien cómo, pero Pittsburgh ha vuelto a entrar en Playoff con Mike Tomlin como entrenador en un año donde todo hacía indicar que estaban fuera. Es cierto que se han aprovechado del desastre que han sido las últimas semanas de los Jaguars y que no ha sido una buena temporada en muchos niveles, pero los Steelers han sobrevivido y se han conseguido colar en la fiesta de final de temporada con Mason Rudolph como QB titular. Es más, ahora mismo yo le pondría como QB titular antes que a Pickett para los Playoffs, ya que tiene más sentido que cambiar de jugador.

Con la clasificación casi en el bolsillo tras la victoria con Bengals, el equipo hizo un absurdo viaje al abismo con tres derrotas consecutivas (Cardinals, Patriots y Colts), en las que eran claramente favoritos para ganar. Estaban eliminados, y sobrevivieron a un partido extrañísimo en Seattle, dependieron de un milagro de Jaguars que se dio, y ahora tendrán que ir a Buffalo a un partido donde seguramente sean masacrados… O no, porque son los Steelers y tienden a hacer cosas que luego intento explicar y soy incapaz de hacerlo.

Para mí, los Steelers de Tomlin son un poco como un concierto de Madness. Todo el mundo piensa en Our House o en It Must Be Love o en Night Boat to Cairo y yo sé perfectamente que las cantaría y me lo pasaría muy bien, pero que el mejor momento de la noche sería cuando sonase Baggy Trousers. Y es que Baggy Trousers es una canción que puedes o no saberte la letra, pero te incita a saltar, a moverte y a chocarte (siempre con respeto) con aquellos que te rodean porque es lo que de verdad se disfruta. Los Steelers en Playoff son un poco eso, el equipo que a lo mejor no deberíamos ver en Playoff, pero al que tengo ganas porque una parte de mí sabe que va a ser caótico y eso me encanta.


Y como nota final, mis máximos respetos a unos Bills que han tenido un final de temporada extraordinario tras todas las bajas y un horrendo tramo medio de año. Son precisamente el equipo a batir (con permiso de los Ravens) en una AFC que pinta a realmente divertida y con muchas opciones diferentes. De la NFC simplemente sigo sin entender el colapso de los Eagles y este sí parece el año de San Francisco para volver a la SuperBowl.

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Por Santiago Tomasi


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