Antón Gallo


En la historia de la gran pantalla hemos visto como hay directores que tienen actores o actrices fetiche. Hemos visto como Tim Burton tiene a Johnny Deep y Helena Bonham Carter, Sam Raimi tiene a Bruce Campbell, Pedro Almodovar a Rossy de Palma o bien, Quentin Tarantino tiene a Samuel L. Jackson. Pero quién nos ocupa ahora mismo es John Ford, cuyo actor fetiche siempre fue, es y será “The Duke”, más conocido como John Wayne, aunque este, no fue su nombre original.

En el año 1907 y con raíces europeas (más en concreto británicas), Marion Robert Morrison nació en la modesta ciudad de Winterset, en el condado de Madison, en Iowa. Seguramente por Marion te pueda venir a la cabeza Marion Jones, la antigua campeona mundial de atletismo, o bien Marion Motley, auténtica leyenda del emparrillado, y que merece su artículo aparte, o incluso Marion Cobretti, personaje de ficción que hizo las delicias del público en un tiempo donde había auténticas competiciones insanas por ver que pelicula tenía mas detonaciones, más violencia o mas sangre (véase películas como Commando, Rambo, Perseguido o Cobra)

Marion, o The Duke (si, tiene el mismo apodo que nuestro querido ovoide), o John Wayne, o Duke Morrison, como desees llamarlo querido lector, no había nacido para ser actor. La familia acabó mudándose al sur de California y, habiéndose graduado en Glendale Union High School, recibió una beca para jugar a football en USC, la cual perdió por haberse roto la clavícula derecha haciendo bodysurf. 

Si todo hubiera dependido de aquella beca, no hubiera llegado a más. Pero Marion trabajaba en unos estudios de cine y cuando se acabó el football para él, también se acabó la universidad. Al trabajar en unos estudios a media jornada, pudo actuar en algunos cortos y películas… como jugador de fútbol americano. En su primer papel, era un jugador de los Yale Bulldogs, aunque no estaba acreditado. Con ese porte gallardo, de galán y nombre nuevo para la actuación como era el de John Wayne, Marion empezó su carrera en los escenarios, gracias al gran Tom Mix, el cual era una leyenda de los western en aquella época. Fue el propio Tom quien le consiguió trabajo en Fox Studios, a cambio de entradas de football, por supuesto. 

Al cabo del tiempo su nombre acabó ligado a John Ford de manera indisoluble. La diligencia, Fort Apache, Centauros del Desierto o El hombre Tranquilo son algunos de los largometrajes en los que han colaborado juntos… y ahora, querido lector, te preguntarás el porqué te estoy hablando de John Wayne en un artículo de fútbol americano si solo he nombrado su paso por los Trojans de Southern California por encima.


Habiendo sido breve, puesto que solo fueron dos años, Marion Robert Morrison (o Marion Mitchell Morrison como intentaron a la postre ponerle de nombre sus padres) estaba destinado a ser un gran atleta, y más concretamente, jugador de fútbol americano. En aquella época no había draft y si bien, en la costa oeste, había equipos profesionales como Los Angeles Buccaneers, al final debido al coste y longitud del viaje, estos equipos se convertían en itinerantes y jugaban fuera de casa. Podía haber encontrado acomodo en un equipo así y luego fichar por Green Bay Packers, Chicago Cardinals, Chicago Bears o los Pottsville Maroons. Pero como todos es sabido y hemos nombrado, acabó en el mundo del celuloide, aunque el football volvería a llamar a su puerta, y esta vez de una manera inesperada. 

El 28 y el 29 de enero de 1971, el draft de la NFL se celebró. Tuvo lugar un mes que a día de hoy, por la longitud del calendario sería completamente extraño sino que también, imposible. En el Belmont Plaza Hotel de la gran manzana, cercano al icónico Waldorf Astoria se juntaron los equipos y la parafernalia de la NFL para elegir a los jugadores universitarios más prominentes. Jim Plunkett, Archie Manning, Dan Pastorini, John Riggis, John Brockington, Jack Youngblood, Jack Ham, Lynn Dickey, Ken Anderson (este emblema de los Bengals debería estar en Canton ya), Lyle Alzado, Joe Theisman (mismo caso que Ken Anderson)… los equipos iban escogiendo y los jugadores no paraban de ser elegidos.

Llegó la ronda número diecisiete y fue el turno de los Atlanta Falcons. Norm Van Brooklyn, icono de Oregon Ducks y de Los Angeles Rams, era por aquel entonces entrenador de los Atlanta Falcons y que había llegado para sustituir a su antiguo compañero de Rams, Norb Hecker.

Hay que decir, que los Falcons, por aquel entonces, eran un equipo bisoño. Podemos decir que había empezado a dar sus primeros pasos, pues solo tenía tres años de edad cuando él llegó. Pero deberíamos volver al momento que nos compete, ¿verdad? Porque al final acabo yéndome por las ramas. 

Los Falcons habían elegido ya a 16 jugadores. Joe Profit, Ken Burrow, Leo Hart, Mike Potchad… Los jugadores se iban sucediendo así como las rondas, habiendo llegado a la dieciséis donde el elegido había sido Lindsey James, running back de San Diego State y compañero de Ken Burrow y Tom Hayes, elegidos en segunda y sexta ronda por Atlanta. 


La ronda número diecisiete había comenzado y con el 417, Boston Patriots elegía. Ronald Leigh, de la HBCU de Elizabeth City State (universidad de la cual salieron Jethro Pugh o Reggie Langhorne). Los Angeles Rams en el 418 elegían a Randy Vataha, de Stanford; los jugadores seguían saliendo… hasta llegar al 423. Atlanta Falcons “on the clock”. 

Norm Van Brooklyn, ni corto ni perezoso, preguntó a sus compañeros de Falcons “Do we want the roughest, toughest son of a bitch in the draft?”. Creo que la frase no necesita traducción, pero la emoción de los que le rodeaban hizo que el pick se decidiera. Norm llamó y lo anunció. John Wayne, Offensive Tackle, Fort Apache University.

Si, los Atlanta Falcons eligieron en el draft de la NFL a John Wayne de Fort Apache U. Y lo habían inscrito como OT. La verdad es que también podían haberlo puesto como fullback por su dureza, ¿no?. No nos queremos imaginar la cara de Pete Rozelle y los suyos al enterarse de la elección del equipo de Georgia. 

Obviamente, esta elección la rechazaron y en su lugar, eligieron a Willie Martin, un prominente corredor de los Golden Bulls de la universidad de Johnson C. Smith, anteriormente llamada Biddle College. Por cierto, hemos de decir que Biddle College se enfrentó dos días después de navidad a Livingstone College, en casa de este último, en lo que vendría a ser poco más que un patatal nevado y que ese partido es considerado como el nacimiento del “Black College Football”, pero eso, ya es otra historia digna de ser contada.

John Wayne no tuvo su oportunidad de jugar a la NFL con más de sesenta años, y Willie Martin la hubiera tenido de no ser por las lesiones. Afortunadamente, a John Wayne le fue muy bien siendo actor, al igual que a Willie Martin le fue muy bien trabajando para una empresa química llamada DuPont.

A veces, existen historias en el draft a las que llegas por casualidades del destino. Y esas casualidades te llevan a otras historias más increíbles aún que merecen ser contadas. ¿Habrá sido John Wayne el único sexagenario elegido en el draft? Lo que está claro es que no ha sido el único jugador de football que se dedicó a la actuación. Pero quiero dejarte esta pregunta querido lector… ¿Habría sido tan buen jugador Marion Robert Morrison como buen actor John Wayne ? 

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Por Antón Gallo


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